Amanecía un típico día de otoño, soleado pero con el frescor que anuncia el invierno cercano…
Para Tina no empezaba bien el día, no quería salir del cobijo del edredón. Debía hacer un esfuerzo mental para no seguir dando vueltas a los baldíos por qué, que sabía que no tendrían respuesta.
》¿Te dejas invitar a cenar? ¿Mesa para dos sobre las diez?
Un mensaje puede cambiarlo todo. Más aún si no provenía del responsable de sus torturas mañaneras. Alfred, su Canalla particular, ese hombre del que no conviene enamorarse. Un ángel o diablo que aparecía de forma intermitente en su vida para vivir momentos de presente, sin futuros por delante.
“Genial -se dijo echando el edredón a un lado- Me acaban de dar un buen motivo para conmutar mi condena -a la tristeza- por trabajos sociales… ¡Y tan sociales!”
》Claro, ¡encantada!… ¿Dónde?
Quedar con Alfred garantizaba el sentirse única por unas horas… Siempre que no esperases pasar la noche juntos, o un encuentro al día siguiente. Sólo presente. No estaba segura si había acertado con el vestido entallado, en el que cabía sin problemas cuando tenía tres kilos menos… Pero recordaba lo fetichista que era con los zapatos femeninos de tacón, y ahí tenía la seguridad de haber hecho pleno; lo que confirmaron nada más verla los verdes ojos de su ángel o diablo.
- ¿Qué haces para estar cada vez aún más guapa, Tina?
- ¡Tener amigos que me miran con mucho cariño, Alfred!
Era un preámbulo de frases hechas que permitían a Tina flirtear desplegando todos sus encantos. Sonreír cada uno de sus halagos, y mover sus pestañas invitándole a acercarse… A decir verdad, todos sus encuentros parecían seguir este código de comportamiento exclusivo para ellos.
- Tina… tu eres abogada, ¿verdad? -Tina asintió, cambiando el gesto ante el imprevisto giro de conversación. Esto “no estaba en el guion”. Él continuó- ¿Llevas temas de familia?
El encanto que inducía a Tina a sonreír, mirar de reojo y servirse de sus largas pestañas, se había roto de pronto, en correspondencia con la seriedad que transmitía quien fuera -hasta ese momento- su ángel o diablo…
- Te pregunto… -Alfred parecía tener dificultades para elegir las palabras. Incluso balbuceaba- Perdona que no te haya dicho nada antes… es que… ¡Uf! Creí que sería más fácil hablarlo…
- ¿Qué ocurre Alfred? Cuéntame, y si puedo ayudarte…
En ese momento Tina lo supo. Algo que nunca quiso preguntar porque no quería saber la respuesta… Hay veces que no saber, nos permite sentirnos no responsables, o no culpables o… ¡Qué diferentes no saber existen en la vida! Se había levantado con los que le torturaban. Y ahora estaba a punto de conocer lo que hubiera querido dejar enterrado bajo una lápida de miles de toneladas… Quiso sentir que no perdía el control, aún dentro de su estúpido vestido entallado, que en qué hora se lo había puesto…
Se le había abierto el apetito. Comió un trozo de pan con aceite de oliva y sal. Sí, probablemente se levantaría de esa silla marcando antiestéticos michelines. Pero ¿acaso le importaría a alguien ya? Ahora había dejado de sentirse princesa. Hasta se sentía fuera de escenario sobre sus finos tacones de vértigo y sus labios rojos carmín…
También le había entrado sed. Dio un sorbo, quizás dos, al vino. Había pasado de ser la protagonista de la superproducción, a personaje de doblaje… ¡No! No quería ayudarle, lo que quería era olvidarse de sus problemas… ¿Qué era ayudarle? ¿Ser letrada fuera del horario de trabajo?
Cogió la copa de vino, y… la vació. Decidido: tenía que tomar las riendas… o acabaría con un arrecogido (no busquéis este término, no existe) y perdería su ángel/diablo… En realidad, ya sólo veía un hombre mal afeitado, que acababa de perder toda la platina de su armadura como caballero… Así que, de perdidos al río… ¿no
- Alfred… ¿estás casado?
Sus ojos verdes se supieron fuera de la liga. Seguramente tan culpable eran el uno como el otro, pero hay líneas que no se deben pasar…. O jugamos con cartas descubiertas, o seguimos la partida sin descubrir nuestros ases. Pero sin medias tintas. Tina se olvidó de su atuendo, su maquillaje y sus taconazos. Se levantó digna e indiferente, emanando una seguridad que en realidad le faltaba, y se alejó sin girarse siquiera una sola vez.
Siempre me quedo a media’s con Tina Jara. Necesito saber mas de Alfred. Quien era su mujer??. Como se conocieron Alfred y ella para que ella soñara con esa possible noche juntos.??
Que aspecto tiene esa mujer misteriosa?
Estoy enganchado
Tendrás que seguir leyendo El Mundo de Tina… Pero te haré una confidencia si queda entre nosotros: Tina y Alfred se conocieron en un Afterwork…